“El
llamado” en lengua rapanui, Orongo es un centro ceremonial situado al pie del Rano
Kau, consistente en una villa de 50 casas de piedra laja de forma elíptica y muy
frágiles, que fueron restauradas en los’70 por el arqueólogo norteamericano
William Mulloy. Era aquí donde se celebraba la famosa ceremonia de investidura
del tangata-manu, u hombre-pájaro, donde, después de las guerras tribales del
siglo XVII, se instauró un nuevo sistema de elección de los ariki o reyes. El primer y tercer capítulo de Rongorongo transcurren aquí en su totalidad. Textos: Rongorongo Más info: TangataOTeMoanaNui
Recinto sagrado de Mata Ngarau. Orongo. Rapa Nui. Foto: Alex Guerra 2005 |
Mata Ngarau. Orongo. Rapa Nui. Foto: Alex Guerra 2005 |
Rico en petroglifos, el recinto sagrado de Mata Ngarau constituye una pequeña franja
entre el volcán y el mar, cuyo límite cae abruptamente y con el tiempo va
cediendo ante la fuerza del mar y la fragilidad de las estructuras rocosas. Al
fondo se ven los tres islotes, Motu Nui, Motu Iti y Motu Kau Kau.
“Dicho
esto, y hurgando empecinado en los laberintos de su memoria desgastada por
noventa y cinco años de vida intensa, se apoyó sobre un peñasco, al borde del
precipicio del recinto sagrado de Mata Ngarau, entre los espléndidos
petroglifos de esa frágil franja entre el volcán y el mar, a descansar de la
ligera subida hasta Orongo.”
Cráter del Rano Kau donde está emplazado Orongo, visto desde el aire. |
Cráter del Rano Kau, desde donde se ven los tres islotes Foto: Sebastián Paoa Águila |
“Algunos varua comenzaron a
congregarse a nuestro alrededor, pero yo ya estaba acostumbrado a ellos así que
permanecí tranquilo, y no quise mencionar el hecho, para no perturbar la
sensibilidad de Elena, que no los veía ni creía en su existencia, a pesar de
que yo estaba convencido de que sería solo cuestión de tiempo. Los suaves rizos
de su pelo largo ondeaban con más ímpetu ahora, e instintivamente los tomó en
sus manos para intentar aquietar lo que para ella era una brisa repentina
venida del mar, pero que en realidad eran las manos juguetonas de los espíritus
que gozaban interviniendo en las convicciones de los escépticos extranjeros.
Tuve que ahogar los deseos de pedirles que se alejaran de ella.”
Cráter del Rano Kau, con la Vía Láctea y las Nebulosas Coalsack y Carina. Foto: Wally Pacholka |
Casas de Orongo. Foto: Alex Guerra 2003 |
Dentro del centro ceremonial hay unas cincuenta casas de forma elítpica construidas en piedra laja local.
"Cuando terminé el relato sentí una incontrolable energía dentro de mi cuerpo, parecida a la que me había asolado aquella noche inolvidable, y obedeciendo a un impulso irrefrenable tomé a Elena nuevamente del brazo y la atraje hacia una de las casas de mis antepasados. Ella esta vez, ya invadida por el influjo del lugar, el momento y el relato, no dudó más de un instante y saltó al interior detrás de mi, cuidando de no desprender las piedras lajas de la frágil techumbre, que había sido restaurada hacía muchos años y no se encontraba en buen estado de conservación."
"Cuando terminé el relato sentí una incontrolable energía dentro de mi cuerpo, parecida a la que me había asolado aquella noche inolvidable, y obedeciendo a un impulso irrefrenable tomé a Elena nuevamente del brazo y la atraje hacia una de las casas de mis antepasados. Ella esta vez, ya invadida por el influjo del lugar, el momento y el relato, no dudó más de un instante y saltó al interior detrás de mi, cuidando de no desprender las piedras lajas de la frágil techumbre, que había sido restaurada hacía muchos años y no se encontraba en buen estado de conservación."
Orongo. Foto: Stéphane Guisard |
Los cielos de Rapa Nui
son de los más claros del mundo, por la casi nula contaminación lumínica, y la
isla resulta escenario favorito para ver fenómenos astronómicos como eclipses
de sol y de luna. En la foto, de Stéphane Guisard, se pueden ver la Cruz del
Sur y Centauro, detrás del recinto sagrado de Mata Ngarau, en el centro
ceremonial de Orongo, uno de los sitios más bellos de la isla.
"El viento había
amainado, hasta retirarse por completo, y ahora era el silencio quien parecía
confabularse con la naturaleza para permitir a mi ngatupuna continuar
con su relato a pesar de las dificultades que la edad le imponía. Su mirada
seguía perdida en Tautoru, como si quisiera encontrar a través de
las estrellas la tierra originaria de nuestro primer ariki, Hotu
Matu’a. Su cuerpo viejo pero digno se había acomodado entre las rocas,
encajándose armoniosamente como un miembro más de la naturaleza indómita de la
isla. Volvió a inspirar lo más profundo que sus fuerzas le permitieron, y
prosiguió, aprovechando la exhalación para soltar las siguientes
palabras."
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