Lugar
de habitación y guarida durante los períodos de conflicto, enterramiento improvisado,
escondite de valiosos objetos del pasado en la antigüedad (como los kohau rongorongo), las cuevas (ana) fueron
profusamente utilizadas en el pasado rapanui, y en la actualidad destacan como
yacimientos arqueológicos de gran valor. Las impresionantes cuevas de Isla de
Pascua son de una importancia capital en el estudio del pasado, y protagonizan el séptimo capítulo del libro. Textos: Rongorongo Fotos: JabierLes
Ana Heva. Foto: Jabier Les |
"La gente de los tiempos antiguos dormía
en sus casas y también en cuevas. Había
otras cuevas que servían para esconderse, en tiempos de guerra, las llamaban
cuevas kiongo. Había también cuevas chicas, llamadas pahu que eran escondites
para el dueño de la cueva."
Las cuevas. Referido
por Mateo Veriveri, en: Leyendas de Isla de Pascua
Sebastián Englert
Reptando dentro de un ana. Foto: Jabier Les |
A veces hay que arrastrase por el fango para introducirse
por las pequeñas aberturas que apenas permiten el paso a cuerpos no demasiado
robustos, e internarse en cuevas muy estrechas que se oscurecen abruptamente
desde los primeros metros, y cuyas galerías bajas obligaban a desplazarse
gateando, e incluso reptando por ciertos tramos, convirtiendo la exploración en
un pesado esfuerzo. Pero vale la pena, porque resulta un sistema impresionante
de cuevas, el mayor de Chile y uno de los más grandes del planeta, a pesar de
la limitada superficie de la isla.
"Al final ya de la jornada,
cuando debían volver sobre sus pasos para salir de allí antes de que les
atrapara la noche, localizaron una amplia sala cavernosa, que como una rara entidad
de un mundo desconocido, se abrió ante ellos de entre sus propias tinieblas. Un
mundo aún semi velado a sus ojos ensimismados, que adivinaban apenas, entre
luces y sombras, estar ante un espectáculo tan conmovedor como siniestro. Sus
linternas de mano comenzaron a enfocar trémulos haces de luz hacia diferentes
rincones sin poder dar crédito a lo que veían, mientras con los cascos
iluminaban al azar lo que se hallara en su camino, abriendo lentamente el velo
que por siglos había cubierto aquellos enigmáticos secretos del pasado."
Ana Toki Toki. Foto: Jabier Les |
“Grabadas y pintadas en
las paredes rocosas, representaciones del antiguo universo rapanui comenzaron a
emerger ante sus ojos anonadados. En uno de los paneles, una representación muy
visible de Make Make, el dios
creador, resaltaba entre otras figuras grabadas más superficialmente de Tangata Manu, el hombre pájaro, en las
que podían apreciarse aún restos de pigmentos rojo y blanco. La arqueóloga se
acercó a los hermosos petroglifos y pictografías, caminando a tientas por el
suelo irregular y resbaloso de la cueva, y permaneció quieta, completamente
inmóvil, observando el hermoso panel antiguo.”
Ana Aharo. Sector Roiho. Foto: Jabier Les |
"Enfocando tembloroso y
emocionado con su linterna directamente sobre un oscuro rincón que había pasado
desapercibido para el resto del equipo, el espeleólogo se adelantó unos pasos.
Tres cráneos humanos descansaban sobre una elevación natural del lecho rocoso,
impávidos ante el correr del tiempo, rodeados de los huesos dispersos de sus
esqueletos, y de algunos utensilios que con certeza habían formado parte de su
vida cotidiana dentro de aquella recóndita cueva, probablemente su escondite.
Puntas de flecha de obsidiana, hachas de basalto, un anzuelo de hueso de ave
marina, algunas agujas de hueso de gallina y varias acumulaciones de lo que
parecían ser huesos de pequeños animales terrestres y acuáticos, que habrían
conformado su dieta, se amontonaban desordenados a corta distancia de los
restos óseos. Y cerca, dentro de unos pequeños orificios naturales en la pared
rocosa, casi invisibles a ojos no entrenados para la búsqueda, unos envoltorios
hechos de alguna fibra vegetal, tal vez mahute,
muy deteriorado por el tiempo, que escondían probablemente los más insondables
misterios de la historia de aquellos que allí yacían."
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